Por C.J. BARRO
SANTIAGO R.D. - En lo político, la coherencia siembra raíces en la
conciencia colectiva que constituyen arraigo y modelos de referencia con
características emblemáticas.
Nada es estático, la dialéctica y
la filosofía coinciden en la renovación permanente en los procesos y fenómenos
sociales y políticos y dada la incomprensión de esto, se alteran
comportamientos vulnerando principios y claudicando en objetivos propuestos.
De esas características a veces
atípicas y otras veces Quijotescas se distinguen elementos que sin perder el
sentido crítico abrazan con lealtad ideologías y simbologías políticas.
En Santiago el perredeismo puede
exhibir a los periodistas y comunicadores Adriano de la Rosa y Fernando Peña en
ese reducido círculo de gladiadores políticos que empuñando una sola bandera
sin tocar retirada, ni aminorar la pasión por la causa.
Adriano, conocido como LA VOZ DEL
PRD EN SANTIAGO, tiene características propias y singulares, porque a pesar de
estar colocado siempre al frente de la batalla, tiene relaciones fraternales
con sus oponentes que ponderan su nobleza y hombría de bien.
Destacado por su elegante forma
de vestir, Adriano ha sido reconocido por diversas instituciones por su larga
data en el periodismo y la locución.
Adriano es gremialista y en sus
años mozos dio muestras de valor hasta la temeridad, cuando tuvo el arrojó en
los famosos 12 años del Balaguerismo, de encabezar protestas viriles cuando la
sangre de colegas suyos tiñeron de rojo las calles de Santo Domingo.
Fernando, por su parte es un
agudo y prolífico periodista de pluma espartana que con una corruscante y
profunda capacidad de análisis, rompe esquemas, y revierte el espejismo que se
proyecta en muchas ocasiones como la verdad absoluta.
La verticalidad de Fernando se
simboliza como un capitán que al verse atrapado por huracanes vientos, se pone
su traje de tormenta.
De formación enciclopédica,
Fernando devora páginas de fuentes privilegiadas del saber, y luego articula y
esboza argumentos de singular valor.
Estas dos emblemáticas figuras
afines en profesión e ideología cabalgan en un brioso potro del tiempo, dejando
huellas de gran significación para sus conciudadanos.
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